11 febrero 2010

Sobre la comestibilidad del pan casero de punto de cruz

gallina de mirada inteligente con hilo colgando del pico
De toda la vida que he oído decir que las gallinas son omnívoras. Es decir, que comen cualquier cosa. Sin embargo, quien haya tratado con ellas, se habrá dado cuenta de que no es verdad, pues detestan los cítricos, las cebollas y el puerro. (Ya podeis tachar de vuestra lista de leyendas urbanas eso de que las gallinas comen de todo.)
Las mías en particular están algo mimadas, ya que las acogí en primavera, en plena época de fresas. Las compraba a kilos, y las que se me ponían pochas, eran para las gallinas. O sea, las fresas fueron su primera comida "basura" y se viciaron muy rápido. Los siguientes días, al tirarles otros residuos de lechugas o tomates, se sentían decepcionadas, pues no encontraban en ellos la dulzura que caracteriza a las suculentas fresas.
Sin embargo, si hay algo que desde el primer día las vuelve locas de verdad es el pan bien humedecido en todas sus variaciones: desde el blanco al de harina de escanda, pasando por el integral y - como no - el casero de punto de cruz. Aún no he conseguido averiguar si es debido a la esponjosidad de la miga, al algodón contenido en los hilos o si es simplemente el colorido lo que más les atrae, pero lo cierto es que cuando les tiro alguna rebanada, el revuelo que se arma en el gallinero es considerable.
El gallo suele ser el que da una señal a las gallinas de que aquello es manjar de dioses con un "poc poc poc" corto, pronunciado y agudo. Este sonido tan característico las hace callar durante unos pocos segundos, hasta que una se atreve a picotear. Entonces, retoman el alboroto y empiezan las batallas por devorar los mejores trozos.
gallina picoteando pan casero de punto de cruz
Las más veteranas capturan los mendrugos con el pico y se retiran a un lugar más apartado para poder engullirlos con total tranquilidad. Pero las afortunadas de verdad son las que pillan un pedazo que, gracias a un trocito de hilo, está unido a otro pedazo más grande. Se llevan dos, al precio de uno, y gracias a un hilito!
gallina comiendo pan casero de punto de cruz
A esas, digamos, es como si les hubiese tocado la lotería. Después de la ingestión a una le sale el hilito colgando del pico, y no sé aún si me dedica una mirada complacida en señal de agradecimiento o si es que pretende imitar a los humanos, que se dejan lo mejor (o sea, los postres) para el final.
 
He visto en los comentarios del post anterior que hay quien se pregunta si se puede comer. Ya lo veis: el pan casero de punto de cruz sí se puede comer. Los hilos no los suelo lavar antes ya que no creo que a las gallinas les complazca el regustillo a detergente o suavizante. Pero lo que es comer, sí se puede comer.

He recibido algunos emails de amigas y amigos que me dicen que no se puede comentar en el blog si no se tiene cuenta de google.  Además, están atemorizados de que les dé! Sí se puede, y es muy fácil. Sólo teneis que marcar el punto "Nombre/URL" y rellenar el campo del nombre. La URL se puede dejar en blanco. Aprovecho también para hacer una llamada a los anónimos, para que al menos pongan un nombre y tener así una pequeña pista acerca de su personalidad.

como comentar en blogger de forma anónima

1 comentario:

PXLaura dijo...

Y de seguro les encanta tanto a las gallinas porque ellas en la "vida anterior" han sido bordadoras... y les trae muuuchos recuerdos...
a que no!...

o sea... que en la proxima vida cuando seamos "gatos, perros, sapos o culebras o lo que sea" pues nos comeremos el pan casero de punto de cruz y nos caera una lagrimita de nostalgia...
jejejeje

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